Al parecer las clases de idiomas se venden mejor si se ofrecen profesores nativos, pero ¿qué significa esto?
Está claro que una persona nativa de una lengua domina ciertos aspectos con mucha soltura y se nota, principalmente, a nivel de la pronunciación. Ahora bien, estarás de acuerdo que el carnicero de tu pueblo es nativo en español. Pues, pregúntale qué tiempo verbal es “fuera” y se quedará perplejo. Seguro que no te sabría contestar. Dirás que a lo mejor el carnicero no ha gozado de mucha educación, así que ahora piensa en ti. Pregúntate por qué es correcto decir “al lado mío” pero no “detrás mía”. Posiblemente te quedarás pensando un rato y dirás que ambos están bien. No, lo siento. (tampoco lo explicamos aquí porque no es el tema)
Ya
vemos que el simple hecho de ser nativo no te da el conocimiento
específico necesario para la enseñanza de tu idioma. Necesitas una formación en la enseñanza de idiomas
en general y en el que impartes, en particular. Y aquí está el
problema… cuando nos venden profesores nativos, ¿realmente saben
explicar y enseñar su idioma?
Luego se ha puesto de moda el profesor bilingüe, aunque nadie te puede decir a partir de qué nivel uno es bilingüe. Es un término tan vago que incluso los lingüistas no se han podido poner de acuerdo. Y como si esto fuera poco, ¿qué pasa si alguien domina tres o más lenguas? ¿Tienes un profesor trilingüe o multilingüe?
Para ser un buen profesor de idiomas no importa la procedencia ni la lengua materna. Es necesario también tener un sólido conocimiento de la lengua del alumno para poder adelantarse a errores comunes y facilitar el entendimiento de estructuras. La capacidad de la lengua que se enseña debe, naturalmente, ser “comparable a la competencia nativa” (con el debido cuidado que debe conllevar esta afirmación).
Por eso, en nuestros profesores poseen un C2 (el máximo nivel alcanzable) en la lengua que enseñan y en el caso de ser nativos (ojo, que es muy buena cosa), tienen la formación lingüística y didáctica necesarias.